Ir al contenido principal

HOY.-

Recoger la tumbada hermosura.

Que estuvo tirada demasiado tiempo.
Y los relojes del fin dando
sus inexorables pulsos.
Madura la llaga, resbalarán los hijos
de los cepos. Se aclimatarán
las nuevas estrellas en los ojos.
Huiremos de este pobre patio
con sus grandes lágrimas negras
diseminadas.
Saldremos de esta triste esterilla macilenta
cubierta por las guerras. Dejaremos
al fin la tumba de los lirios que una vez nacieron
adornando el paraíso.
Se transformará todo conforme a la Belleza.
Armonizarán las espumas del mar.
No será extranjera la hoja divina.
Cómodos se hallarán los otrora
asustados pájaros. Rescatada habrá sido
la despreciada tierra.
Y he de tener parte en todo esto
como la hierba.
 
19 de Agosto del 2005

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

NOCTURNO UNO.-

Algo me posee, tal vez soy el abalorio de un dios maligno; el arleguín roto de un corazón de estalactita. Un río despiadado me tiene. Estoy dentro de una pupila. En vano golpeo los vidrios del aire. Es la noche. Está de nuevo su cabellera extendida como un ábano; como una bandera de luto flameando en el ártico. Yo elevo sonrisas, entonces, como campanadas en un blanco desierto; ellas alegran los álgidos pájaros del silencio. Sé que he resbalado hoy de un corazón pletórico, pero no me abriga el universo, los racimos de astros no me consuelan. La hermosura de la mirada del perro es la única llama, pequeña y dócil, en esta inmensa extensión lívida en donde yazgo. Tal vez, la pena, que incuba tantos abrazos, me envíe alguna vez una de sus olas vivientes y en su tibieza pernocte. Me clave su pletórico baile como en las selvas la mano del sol bulle y agita la verde sangre. Entonces diré que este hielo fiel ha quedado viudo... En esta fe mi corazón se ovilla como el último cordero.