Recoger la tumbada hermosura.
Que estuvo tirada demasiado tiempo.
Y los relojes del fin dando
sus inexorables pulsos.
Madura la llaga, resbalarán los hijos
de los cepos. Se aclimatarán
las nuevas estrellas en los ojos.
Huiremos de este pobre patio
con sus grandes lágrimas negras
diseminadas.
Saldremos de esta triste esterilla macilenta
cubierta por las guerras. Dejaremos
al fin la tumba de los lirios que una vez nacieron
adornando el paraíso.
Se transformará todo conforme a la Belleza.
Armonizarán las espumas del mar.
No será extranjera la hoja divina.
Cómodos se hallarán los otrora
asustados pájaros. Rescatada habrá sido
la despreciada tierra.
Y he de tener parte en todo esto
como la hierba.
19 de Agosto del 2005
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